
Para las personas que sufren esta enfermedad, el estado
de ánimo les produce una gran depresión,
una frustración y una baja autoestima, lo que hace que se
alejen de la sociedad, llevándolas a momentos
de desesperación al intentar
extraer puñados de pelo, cejas o
pestañas dejándolas completamente calvas, generándoles gran sensación
de alivio; por eso su “salvavidas” ante los demás es
cubrir los rastros de cuero cabelludo
con pelucas, sombreros o bufandas.
Las estadísticas señalan que alrededor de 20
millones de personas padecen este trastorno, los
hombres con un 1,5% y las
mujeres con un 3,5%, al final a estas personas solo les queda “resignación”,
una palabra que les ha
enseñado a vivir quien sabe cuántos
años, ya que esta patología es una enfermedad
incurable.
María Paula Fonseca
Fuentes
www.tricotilomania.org